Ceramista especializada en joyería, objetos decorativos y escultura, desde su atelier madrileño Julieta Álvarez forma parte del grupo de nuevos artesanos que trabajan con las manos cada pieza y, partiendo de técnicas antiguas, las adaptan con nuevos materiales y conceptos.
Ella misma explica que la experimentación es el epicentro de su proceso creativo y, justamente esa experimentación es la que hace progresar a la artesanía contemporánea, mezclándose con nuevas disciplinas.
Las creaciones de Julieta están en más de veinte países, incluyendo las tiendas del Museo Pompidou de París, el Museo de Arte Contemporaneo de Luxemburgo o el Museo de Arte Reina Sofía de Madrid. Y, entre otras colaboraciones, destacan sus colecciones de joyería para con Lladró o su presencia en las pasarelas con piezas para Angel Schlesser o Ion Fiz.
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En este momento de hiperconexión digital, ¿qué ocurre con lo artesano y ancestral? Lo local, lo hecho a mano, lo que no está realizado en grandes cadenas de producción, lo que apenas ha viajado para su elaboración es lo que, como sabemos, genera un menor impacto medioambiental. Por eso, en la actualidad la artesanía juega un papel muy importante.
Lo que está diseñado para durar en nuestros armarios y casas está sustituyendo a lo fabricado para ser remplazado por un producto de la siguiente temporada.
Estamos alejándonos del fast-fashion y, en esto, la artesanía es protagonista.
La escultura y la joyería comparten muchas cosas. Sí, a veces pienso que son lo mismo, solo que cambia la escala y el contexto.
Ambas cuentan y esconden cosas. La diferencia es el contexto. La joya está en contacto con la piel, la portamos de un lugar a otro y, muchas veces, la dotamos de valores simbólicos, personales y hasta espirituales. Y la escultura es como un ente observador que se funde con el espacio que la resguarda.
«Trabajo con barro blanco de baja temperatura. Un material que obliga a estar presente e impone respetar unos tiempos.»
¿Tiene sentido recuperar el concepto de gremio? Totalmente, de hecho, siento que está ocurriendo. Vuelven a valorarse los oficios y el saber hacer.
Ahora, nos interesamos por cómo están realizados los objetos que nos rodean. Valoramos los tiempos. Creo que hay un gran conocimiento que vuelve a la gente, pero con una mirada nueva.
¿Con qué material trabajas? Elaboro cada pieza cerámica una a una, con barro blanco de baja temperatura. Es un material que te obliga a estar presente y te impone respetar unos tiempos. Te obliga a parar en determinados momentos y eso, hoy, es una maravilla.
«La joya está en contacto con la piel y la dotamos de valores simbólicos»
¿Cuál es la trayectoria que sigue una idea desde que nace dentro de ti y llega a una persona? Mi proceso creativo es un poco caótico. Hay ideas que nacen y crecen rápidamente y otras, sin embargo, necesitan años para materializarse.
Otras muchas no paran de transformarse. Tengo piezas de las primeras colecciones –de hace 10 años– que sigo reeditando y transformando. Es muy placentero seguir probando cosas con ellas.
¿La inspiración llega, aparece o se busca con ahínco? Hay que estar dispuesta a todos los formatos. No parar de trabajar y no parar de buscar para luego dejarse llevar.
El sentido estético, ¿se estudia, se trabaja, se potencia o es un don natural? No estoy segura. Creo que tiene que ver con la cultura visual de cada persona. No quiero decir que para tener sentido estético tengas que estudiar, sino más bien observar, indagar y dejarte atraer por cosas que te llaman la atención.
¿Qué diseñadores y artesanos atraen tu atención? Muchos. Cecilie Bahnsen, James Merry, Ines Longevial, Polina Osipova, Ines Alpha, Simone Bodmer-Turner, Yip Studio o Simone Rocha. Y joyeras españolas como Beatriz Palacios, Cristina Junquero o Simuero.
Una parte de nuestro presente está definido por las oportunidades que se nos han brindado y, otra gran parte, por nuestros esfuerzos. ¿Cuál ha sido tu trayectoria? Estudié diseño de moda y después me especialicé en diseño textil y de superficies en el IED. Al terminar, compaginé trabajos como diseñadora gráfica o de producto, hasta que me encontré con la cerámica hace unos 10 años.
¿Cómo es tu proceso cada vez que emprendes una nueva colección? Es apasionante. Comienzo investigando sobre algo que me interesa hasta llegarme a obsesionar. Por ejemplo, si es algún tipo de forma, busco cómo la han representado en el cine, en la música, cómo la han interpretado otros artistas, qué colores, con qué peso y estructura. Es mi fase favorita del proceso de diseño.
De todas las piezas que has creado, ¿con cuál te identificas más? Diría que la Colección Iris (La Marina). Surgió de forma muy espontánea. Llevaba varias colecciones muy geométricas y necesitaba romper. Así que me lancé a formas orgánicas, naturales.
No me importaba que estuvieran mal hechas o que, en un par de pendientes, por ejemplo, ambas piezas no fueran simétricas.