Biblioteca Palermo, un proyecto con imágenes de Pep Carrió.
Escribir la introducción a una entrevista que es perfecta, no tiene sentido. Es como cuando tu instinto te dice que no tienes que añadir nada a un diseño porque, cualquier detalle más, sobra. Esa es mi impresión después de entrevistar al diseñador e ilustrador Pep Carrió. Un profesional que nos roba el corazón con las metáforas de sus trabajos y que también lo hace cuando entablas una conversación con él.
En esta entrevista, Pep nos habla de su trayectoria que destila amor por lo creativo. De algunos de sus proyectos más queridos, de cómo ha cambiado la profesión del diseñador –y la sociedad– desde sus inicios hasta la era digital y, como no, de sus fuentes de inspiración.
Gracias, Pep.
Pep, bienvenido a Lisbon-Paris-Madrid. Gracias por aceptar la invitación de la entrevista. ¿Cuál ha sido tu trayectoria hasta llegar a ser un diseñador gráfico que no solo es eso? Gracias. Es un placer estar en un proyecto tan interesante y con el nombre de tres ciudades maravillosas.
Mi formación ha tenido mucho de autodidacta. Mis primeros pasos empezaron en la Escuela de Artes y Oficios en Palma de Mallorca. Había una clase que se llamaba Dibujo Publicitario. Me encantaba el dibujo y todo lo que tenía que ver con lo artístico y, aunque no sabía muy bien en qué me metía, al entrar en la Escuela, supe que ese ambiente me gustaba.
Después me ofrecieron un trabajo en una agencia de publicidad, donde empecé ha aprender el oficio. En esos tiempos, lo manual tenía mucho valor y, allí, hacíamos todos lo procesos. El diseñador concebía, rotulaba, ilustraba y realizabas los artes finales para los mas diversos encargos. Con esta experiencia, fui consciente de que podía desarrollar proyectos del principio al final y que se me daba bien.
Después estuve en varias agencias locales, hasta que quise probar lo que era un estudio de diseño y me mudé a Barcelona. Allí trabajé en un estudio donde aprendí lo que era ser diseñador gráfico y cómo maneja el buen profesional los procesos de un proyecto completo. Luego regresé a Palma de Mallorca, donde creamos un estudio de comunicación varios socios y esta fue mi primera aventura empresarial. Una gran escuela en la que aprendí que creatividad y rentabilidad no van siempre unidas.
Con el tiempo, llegó el salto a Madrid. Empecé trabajando en un gran estudio para luego, crear un proyecto autónomo, primero con mis socios Sonia Sánchez y Paco Lacasta y después mi propio estudio, hace ya 10 años, con un equipo de colaboradores. Ahora he consolidado una forma de trabajo en la que diseño, ilustración y proyectos artísticos se dan la mano.
El tiempo es una herramienta más.
Pep Carrió
Barco Andarín es la imagen de la felicitación de la Navidad 2020 del estudio Pep Carrió.
Con tu experiencia y trayectoria, ¿qué percepción tienes del diseño y del trabajo creativo en la actualidad? Percibo que, frente la escasez de referencias que teníamos los diseñadores en mis inicios –cada viaje era una posibilidad de encontrar un libro o una información que devorabas y que te marcaba–, hoy en día hay una enorme saturación visual. Lo digital ha creado un universo casi infinito en el que ves miles de propuestas gráficas y sus clones. Abstraerte de todo ello y crear un lenguaje propio es cada vez más difícil.
Uno de los principales cambios que veo es el geográfico. Frente a un mercado local al que teníamos acceso en la era anterior a internet, ahora cualquiera que se inicie en una actividad creativa tiene que pensar en el mundo como mercado.
Por un lado, en mis inicios la formación se desarrollaba en los estudios, en un entorno compartido, se aprendía al mismo tiempo que se trabajaba. Hoy hay una gran oferta de escuelas, presenciales y online. Y, por otro lado, es cada vez mas frecuente el trabajo desde casa. Esto ha generado que los profesionales trabajen en sus burbujas, aunque la tecnología nos permite el trabajo en red. Pero se pierden muchos matices y experiencias por el camino.
Carteles para la temporada de ópera del Teatro Real de Madrid. Imágenes de Pep Carrió, diseño de Bacab y fotografía de Antonio Fernández.
Estamos en un mundo digital, pero necesitamos lo manual. Tocar, sentir, oler los materiales. Pensar con las manos.
Pep Carrió
En una época como la que vivimos volcada en lo digital, ¿qué significa el dibujo, lo manual y lo artesanal? Compartí una exposición con mi buen amigo Isidro Ferrer que se llamaba Pensar con las Manos en la que nuestros cuadernos eran el hilo conductor que derivaba en diversos proyectos editoriales y artísticos.
Curiosamente esa exposición, organizada por la Universidad Politécnica de Valencia, era un experimento sobre el uso de nuevas tecnologías en proyectos expositivos y editoriales, lo más vanguardista en ese momento: realidad aumentada, animación 3D, y un largo etcétera de posibilidades tecnológicas que apoyaban un proyecto básicamente manual. Esta exposición fue casi una metáfora de lo que vivimos actualmente.
Estamos en un mundo digital, pero necesitamos lo manual. Tocar, sentir, oler los materiales. Pensar con las manos. Más que nunca surgen talleres y cursos online que nos enseñan viejas técnicas o procesos manuales. Lo manual en la red se ha convertido en un gran negocio.
Para mí es fundamental el uso de los materiales, tirarme a la piscina de nuevas técnicas donde los resultados son imprevisibles y reivindicar un valor que se ha perdido, el tiempo en los procesos. El tiempo es una herramienta más.
El auto-encargo es la búsqueda. Un viaje interior donde experimentar, ponerte a prueba y buscar en terrenos inexplorados.
Pep Carrió
Trabajas con lo estético, pero también con conceptos, metáforas y poesías visuales. Por eso, es interesante conocer tu opinión sobre cuestiones como la inteligencia artificial, los algoritmos o el Machine Learning. Cuestiones que están en boca de todos porque parecen tan impersonales, tan lejos de los sentidos y los sentimientos. No tengo un conocimiento profundo sobre este tema. Mi percepción es que el día a día nos confirma que ese mundo basado en la tecnología –que de alguna forma parecía abrir las puertas a la democratización del conocimiento y que en muchos casos es así–, tiene también otra cara. La del control y la manipulación masiva. Los ejemplos están muy cerca.
El reto es que seamos capaces de utilizar la tecnología, y que no sea ella la que nos utilice a nosotros. Pero percibo que hay muchos intereses en esa balanza.
Los diseñadores nos enfrentamos a proyectos profesionales y personales. Las diferencias entre ambos son muy claras. En unos tenemos que seguir pautas impuestas y, en los otros, no. ¿Cambia en ambos el proceso de trabajo? ¿Cambia el momento creativo? En mi caso, entiendo que en el encargo se busca la mejor solución para un objetivo determinado por un publico, un contexto, un presupuesto y unos plazos de tiempo. Ahí toca ponerte en los zapatos del que encarga, entender y proponer la mejor vía para dar con un resultado de éxito.
Por el contrario, el auto-encargo es la búsqueda, un viaje interior donde experimentar, ponerte a prueba y buscar en terrenos inexplorados. Un laboratorio que, en muchos casos, crea soluciones y recursos para proyectos de encargo.
En muchos de tus trabajos das una segunda vida a los objetos, los reconviertes, juegas con ellos. ¿Cómo nacen esas asociaciones tan particulares? En lo literario se denomina como Binomio Fantástico y fue desarrollado por Gianni Rodari en su libro Gramática de la Fantasía. Se trata de unir dos conceptos o ideas que aparentemente no tengan relación entre ellas y crear una chispa creativa de la que surgirá una idea.
En lo plástico, los surrealistas fueron sus grandes precursores. Dalí, Duchamp, Cornell, nuestro Joan Brossa o el prolífico Chema Madoz. En los proyectos en los que se necesita plasmar una idea nos permite unir imágenes contrapuestas para dar con la metáfora adecuada.
Siempre me han fascinado los objetos. Los mercadillos son fábricas de esas metáforas. Basta pararse frente a un puesto para ver las más increíbles asociaciones.
Retrato de Pep Carrió realizado por el fotógrafo Juan Pedro Revuelta.
Una de las cuestiones más complicadas que se le puede plantear a un diseñador es elegir, entre toda su obra, un proyecto a destacar. Así que, modificando la pregunta, ¿recuerdas algún proyecto que te cambiara, que fuera un punto de inflexión o que tuviera algún significado especial y que aún lo tenga para ti? Sí, realmente es complicado decidir con que proyecto te quedarías. Son todos hijos que nacen de un proceso de trabajo. Unos más guapos, otros más feítos, pero a todos les dedicas tiempo y espacio.
Tal vez los proyectos con los que de alguna manera te sientes más realizado son los que, en el encargo, se dio la mano lo profesional y lo personal. Donde el trabajo más experimental encuentra su espacio. Hay varios ejemplos que me vienen a la cabeza: la campaña de escaparates para Camper, un proyecto mundial donde creamos una serie de esculturas con cajas de zapatos, como una vuelta a la infancia.
Otro proyecto importante son las imágenes para las temporadas de opera del Liceu de Barcelona y el Teatro Real de Madrid. Y, como último proyecto, la cabecera del la serie El Internado, desarrollado junto a Antonchu Solano, donde mis ilustraciones automáticas fueron animadas para adaptarse al medio.
Debemos ser capaces de utilizar la tecnología, y que no sea ella la que nos utilice a nosotros.
Pep Carrió
Muchas veces los consejos nos sobran. Pero en algún momento, recibimos uno que nos acompaña mucho tiempo y, de alguna manera, cambia nuestra visión. ¿Recuerdas algún buen consejo? ¿Quién te lo dió? Tal vez sea un clásico pero, si tengo que recordar un consejo, destaco el que me dejó mi padre –sobre todo con su ejemplo–. Intentar ante todo ser buena persona y mantener una cierta humildad sin perder la ambición.
El origen de Lisbon-Paris-Madrid es profundizar en las fuentes de inspiración de los creadores. ¿Cuáles son las tuyas? ¿Quién te inspira? Es una lista enorme, pero dejo aquí algunos. Me interesa el arte étnico, el popular, el que no tiene un autor definido, el Art Brut donde la pulsión creativa se muestra con toda su crudeza. Entre ellos, mi favorito es Arthur Bispo do Rosário.
Dentro de la pintura me inspira El Bosco, Brueghel, Caravaggio, Goya o el impresionismo. También artistas contemporáneos como Jorge Barbi, Christian Boltanski, Louise Bourgeois o Kiki Smith. También me inspiran los primeros fotógrafos. Karl Blossfeldt, Eadweard Muybridge o Eugène Atget y otros más cercanos como André Kertész, Robert Doisneau e Irving Penn.
Admiro el trabajo de otros diseñadores, algunos grandes amigos, Isidro Ferrer, Peret, Alejandro Magallanes, Pepe Gimeno o Javier Jaén y, dentro de la ilustración, destaco a Flavio Morais, Jesús Cisneros, Raúl, Arnal Ballester, Ana Juan, David Plunkert y un larguísimo etc.
Identidad visual para el Liceu de la Òpera de Barcelona de las temporadas 2011/2012. Premio Laus.